Testimonios de policías e investigadores confirmaron las miserables condiciones de pago, trabajo y destrato que Hartmut Torsten Theobald brindaba a sus empleados. Y cuando estos le reclamaron, estrictamente lo justo, buscó el modo de matarlos. Con pesticida.
Desde el pensamiento cristiano al humanismo, es clave en la relación empleador y empleado el concepto de dignidad. Esto refiere tanto a las condiciones laborales como la justa retribución y el respeto a quien ofrece su trabajo. No cumplir con esto nos retrotrae al feudalismo, el esclavismo, la explotación.
De acuerdo a los testigos que declaran frente al Tribunal, Hartmut Torsten Theobald los trataba como siervos y los explotaba del peor modo. Y cuando le pidieron digno tratamiento, buscó callar los reclamos con la muerte.
De tal modo, el finquero de origen alemán se encuentra acusado “de los delitos de homicidio calificado por el uso de veneno en perjuicio de Ramón Ignacio Casas (56), y por tentativa de homicidio calificado por el uso de veneno en perjuicio de Benito Soraire (70)”
Es juzgado por el juez Francisco Mascarello, acompañado de las juezas Paola Marocco y María Livia Carabajal, en la Sala VII del Tribunal de Juicio.
Por el Ministerio Público interviene el fiscal Ramiro Ramos Ossorio. La defensa del imputado está en manos de Marcos Molina y Luis César Fernández. En la querella y actoría civil intervienen José F. Teseyra y Alejandro Tapia.
Debido al COVID 19, el juez Mascarello ordenó restricciones al acceso del público y la prensa, resintiendo de este modo la publicidad del proceso.
Mentiras y suicidio
El patrón se declaró inocente ante El Tribunal y aludió a la posibilidad de suicidio, por la ingesta de pesticidad en la carne que el mismo había entregado. Este es el argumento que esgrimió ante la Policía de General Güemes, en octubre de 2018.
Así lo dijeron los policías Darío Gustavo Guzmán, Pedro Omar Zambrano, Mario Gabriel Delgado y Mario del Milagro Rojas. Todos ellos intervinieron en la investigación de la muerte de Casas y el envenamiento de Soraire.
De acuerdo a los testimonios, las contradicciones de la declaración del alemán, como la confrontación con las condiciones laborales y los antecedentes de reclamos, daban por resultado la incongruencia.
Casas y Soraire eran peones de la finca de Hartmut Torsten Theobald. El imputado está acusado de haberles entregado alimentos conteniendo carbofurán, uno de los pesticidas más tóxicos del planeta.
Y vaya coincidencia: esto ocurrió luego que el trabajador rural fallecido denunciara al productor ante la AFIP.
Dos empleados de la AFIP, a partir de la denuncia de Casas por el pago miserable, realizaron una inspección en la propiedad rural y pudieron comprobar las deficientes condiciones laborales y de habitabilidad que le brindaba a Casas y Soraire, por lo que labraron un acta.