A esta altura ya no son “fake news” ni provocadores de pánico. Los comentarios populares son más certeros que los datos oficiales: el virus está en todas partes y los contagiados son innumerables; las cifras distan de la realidad, el sistema de salud está casi desbordado y la atención médica tiende a ser selectiva. La responsabilidad es social e individual.
Serio, circunspecto, severo y con algo de esperanza sustentada en la fe y el pueblo, el gobernador de Salta, Gustavo Sáenz habló en cadena local la noche del miércoles 2 de septiembre.
Describió que pese a no contar con las mismas posibilidades de distritos más ricos, la provincia, en cinco meses, fortaleció el sistema de salud y evitó “un eventual colapso”. Sostuvo que el 69% de las camas hospitalarias están ocupadas, las unidades de terapias intensivas en 55% y el 30 % de los respiradores son utilizados.
Exaltó el trabajo de los profesionales de la salud públicó y anunció la equiparación de los salario de agentes sanitarios – quienes cobran $ 12500 – al del personal de enfermería (entre 20 mil y 30 mil pesos) Contundente, Sáenz subrayó el castigo “implacable” contra quienes violen el distanciamiento, no utilicen barbijo en la vía pública o realicen reuniones sociales. Con aplicación de multas a partir de 20 mil pesos.
Su característico carisma amable afloró al final, recordando el Milagro, el “mes de la fe, de la esperanza, pidiendo a los Santos Patronos que nos acompañen”
Es lo que hay
El dicho popular dice que “No hay que cambiar de caballo en el medio del rio”. El gobernador salteño parece aferrarse a éste. Al menos en la percepción de quienes esperaban anuncios de cambios en la dirección de la Salud Pública y la emergencia sanitaria.
Pese a que los datos oficiales demostrarían una pequeña parte de la realidad, en agosto los contagios aumentaron 1350 %. Con una duplicidad de 6/ 8 días, cuando en Buenos Aires es de 17 días. A este ritmo, a fin de septiembre se llegarían a 64 mil casos.
Estas son las cifras:
- Al 30 de junio: 30 casos
- Al 31 de Julio: 223 casos
- Al 30 de Agosto: 3000 casos.
Recién el 25 de agosto se declaró la circulación comunitaria, con 505 casos.
El problema es que – tal como se dice en los barrios y la redes sociales – son muchísimos los contagiados. Según dijo en Radio Salta el gerente del hospital Arturo Oñativia, Marcelo Nallar, los más de 3 mil casos positivos que registra a la fecha el Ministerio de Salud son de aquellos con síntomas, por lo que fueron examinados. Pero puede haber 10 veces más de contagiados que no lo saben. O sea, ahora serían más de 30 mil los casos positivos de COVID-19.
Sin contar los portadores asintomáticos del virus. De acuerdo a estimaciones de especialistas, la cantidad actual sería de 47 mil personas infectadas. Dicho de otro modo, a fin de mes el 80 por ciento de la población estaría portando la enfermedad.
Entonces – tal como cuentan quienes piden infructuosamente un hisopado o PCR en los centros de salud – de poco serviría hacerse un test. Excepto para los laboratorios privados, que a razón de 100 dólares promedio por examen se están enriqueciendo.
Evitar el colapso
“Estamos al borde del colapso, porque somos cada vez menos”, sostuvo esta semana la presidenta de la Sociedad Argentina de Terapia Intensiva (SATI), doctora Rosa Reina. Y agregó: “los médicos, enfermeros, kinesiólogos y otros miembros de la comunidad de la terapia intensiva sentimos que estamos perdiendo la batalla. Sentimos que los recursos para salvar a los pacientes con coronavirus se están agotando”.
El presidente Alberto Fernández coincidió con los profesionales.
De acuerdo a SATI, la cuestión principal es la escasez de los trabajadores de la terapia intensiva, que a diferencia de las camas y los respiradores, “no pueden multiplicarse”. “Los recursos para salvar a pacientes de coronavirus se están agotando. El virus nos está ganando”, comunicó.
A esto aludieron, coincidiendo, Alberto Fernández y Gustavo Sáenz. Tanto en la alusión al “botón rojo” como a la vuelta a la fase 1 en Salta. El virus no se mete en una casa, sino que uno lo trae de afuera.
INCONSCIENCIA
“Observamos en las calles cada vez más gente que quiere disfrutar, que reclama sus derechos, la gente que se siente bien por ahora. ¿Qué pasará con ellos y sus familiares mañana? ¡Ojalá que no se transformen en uno de nuestros pacientes que, con fuerzas, trataremos de arrebatarle a la muerte! Porque nadie sabe cuándo el virus los infectará”, SATI.