Los Hombres Sensibles, los Refutadores de Leyendas y los Reyes Magos

Los Hombres Sensibles, los Refutadores de Leyendas y los Reyes Magos

(Alejandro Dolina. Fragmento)

… Cada Navidad, docenas de pajarones se disfrazan de Papá Noel (una ilusión gringa, les garanto). Otros hacen el Rey Mago y hasta llegan a saludar y besar a sus sobrinos para que crean o revienten.

Desde luego, esto no debe extrañarnos en un mundo en que la gente cree solamente en lo que se ve y se toca. No comprenden estas personas que es cien veces más verosímil un personaje que no se ve jamás y tiene la apariencia de nuestros sueños, que el chitrulo pintado de negro, que se ha puesto el batón de nuestra abuela, se parece al tío Raúl y huele a cerveza.

Yo no creo que los chicos se traguen esos disfraces. En los tiempos de mi infancia, la tienda Gath &Chaves solía exhibir en sus salones a los Reyes Magos. Yo tenía 5 años, y aunque era bastante pavote, razonaba que se trataba de tres impostores pagados por la tienda. No era posible que quienes provenían del Barrio Celeste anduvieran tomando partido por la prosperidad de una casa de comercio.

¿Qué virtud encierra creer en lo evidente? Cualquier papanatas es capaz de suscribir que existen las licuadoras y los adoquines. En cambio se necesita cierta estatura para atreverse a creer en lo que no es demostrable y más aún- en aquello que parece oponerse a nuestro juicio.

Para lograrlo hay que aprender , como quería Descartes- a desconfiar del propio razonamiento. Por supuesto, en nuestro tiempo cualquier imbécil tiene una confianza en sus opiniones que ya quisiera para sí el filósofo más pintado. La incredulidad es, según parece, la sabiduría que se permiten los hombres vulgares.

Nosotros resolvimos apostar una vez más por las ilusiones.Por eso hicimos nuestras cartitas, pusimos nuestros enormes y pringosos zapatos en las ventanas, en los patios y aún en los jardines. Y el seis de enero recogimos nuestros sencillos regalos y se los mostramos a los vecinos.

“Mire lo que nos trajeron los Reyes”. Algunos Refutadores de Leyendas nos miraban con envidia, silenciosamente.

 

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