Tras el brutal ataque homicida contra Manuel Pistán, jefe policial de El Galpón, el comisario general José Ibarra sostuvo que las respuestas a la violencia en las calles “no sólo deben ser de la Policía, sino también de todo el estado y la sociedad. Es entre todos”
Por Dario Alberto Illanes
El mortal ataque al subcomisario Manuel Pistán, la madrugada del 25 de septiembre a dos cuadras de la plaza principal de El Galpón, fue un golpe inesperado para la sociedad y la Policía de Salta. Un procedimiento de seguridad, casi rutinario, en un pueblo salteño, en absoluto hacía prever tal terrible desenlace.
De acuerdo al jefe de la Policía de Salta, José Ibarra, la realidad es que aumentaron las agresiones y las respuestas violentas por parte de vecinos hacia los efectivos. Quienes intervienen para evitar mayores disturbios.
- ¿Y cuáles serían las razones para el aumento de la violencia social? – consultó Norte Social.
- Atravesamos nuevas realidades; sociales, culturales, económicas, e incluso sanitarias, por la pandemia de Covid. La mayor violencia en la sociedad es algo complejo de analizar. Ante esta situación, la respuesta no es sólo de la Policía, sino de todo el Estado y la Sociedad. La seguridad es tarea de todos.
- Ustedes, estando en las calles, ¿en dónde advierten focos de violencia?
- Lo que observamos es que el primer grupo afectado es el grupo familiar, y de allí, se proyecta para afuera… Si bien durante el pico de la pandemia (2020) hubo una disminución de los índices delictivos, esto sólo fue en relación a los delitos en la vía pública y los delitos contra la propiedad. Pero crecieron en los ámbitos familiares. Vimos como aumentó la violencia intrafamiliar.
- ¿Entonces se trata de una consecuencia post pandemia?
- Es complicado responderle. Indudablemente fue afectada la siquis de las personas, su constitución anímica. Advertimos escasa tolerancia a situaciones frustrantes, y la primera reacción es la respuesta violenta, dentro de la familia y en el entorno.
- ¿Tal vez se trata de una crisis de valores?
- La violencia emergente parece tener algo que ver con el declive de valores. Entonces se observa que crece la intolerancia en la sociedad, el irrespeto al otro y a las instituciones. Es como que no importa nada y que todo vale. No se consideran a los prójimos y menos a las instituciones.
- El ataque mortal a Pistán afectó profundamente a la Policía. ¿Afrontaran de otra manera sus procedimientos?
- Por supuesto, ahora extremamos las precauciones, cumpliendo estrictamente las leyes. Debo recordar que Pistán, ante un alerta, concurrió pacíficamente a calmar, no a reprimir. En ese marco es que fue golpeado, incluso a traición, por la espalda, ocasionándole la muerte. Generalmente nos encontramos con personas que actúan fuera de la ley, porque les gusta hacerlo, nada más, sin importar los demás. Se llega al filo del delito. Y se responde con vehemencia criminal.
- ¿Hay modos para lograr mayor apoyo de vecinos y otras instituciones?
- A principio de este año comenzamos a filmar los procedimientos que hacemos. Lo hicimos y hacemos a fin de contribuir con las fiscalías, pero sólo llegamos a contar con 30 cámaras, y las intervenciones son muchas más. Continuamos buscando mejores soluciones, pero necesitamos, fundamentalmente, mayor confianza en la Policía.
- ¿Confían que el ataque asesino fue sólo un hecho aislado?
- Son innumerables las acciones, anónimas, en las que intervenimos. En la mayoría de los casos, con agresiones para los y las policías. Y estas acciones no trascienden. Como integrante y jefe, estoy orgullo de la Policía, y de cada uno y una de las personas que la integran. Todos los días ponen en riesgo sus vidas, cumpliendo el juramento.
JURAMENTO POLICIAL
“¿Juráis ante el Pabellón Nacional, los Santos Evangelios, la Constitución Nacional, la Constitución Provincial, servir a la comunidad, protegiendo la vida de las personas, resguardando sus bienes y el orden público, respetando los derechos y garantías constitucionales, tratados, leyes, decretos y reglamentos policiales, aún a costa de sus propias vidas?
DONANTE
El subcomisario Manuel Pistán tenía 43 años, estaba casado y era padre de 5 hijos. Tras su muerte, la familia donó los órganos. El hígado fue derivado a Córdoba; los riñones y córneas quedaron en Salta.