Concepciones autoritarias, intolerantes y estrechas definen que cuando el otro o la otra no es, no piensa, siente y vive como uno o una, no es persona. Así comienzan violencias, crímenes y guerras.
Por Dario Illanes
“En esta vida, o se es clavo o se es martillo”, dice, con pretensiones de sabiduría popular, una esquemática y estrecha frase. De tal modo, la existencia humana se divide entre quienes nacen para golpear o recibir golpes. Entonces, entre las personas, desaparecen el respeto, la comprensión, la empatía, la tolerancia, la convivencia.
Antropológicamente, se trata de una estrecha concepción o visión instrumentalista. Etnocentrismo. Considerar, ver, juzgar a los y las demás desde las propias ideas y sentimientos, sean de profesión, grupo, etnia, territorio.
Esta actitud adopta una supuesta portación de superioridad sobre los demás. Haciendo, de la ideología o cultura propia, el criterio dominante para interpretar y valorar culturas y conductas de otras personas, grupos, profesiones, etnias, géneros, clases sociales y/o territorialidades.
Así se llega a despersonalizar a quien es diferente. El o la diferente puede tener piel morena; ser cristiano, musulmán, o ateo; kirchnerista o macrista; pobre, gordo/a; boliviano/a; residir en un barrio periférico.
El “otro” queda despojado de humanidad e individualidad. Incluso demonizado. Entonces, si no es humano, es una cosa. No merece compresión, empatía, piedad, compasión. Vale la segregación y la crueldad.
Acusaciones cruzadas
El domingo 15 de diciembre, el bailarín salteño de bachata, Roberto “Tito” Costilla (27) terminó con fracturas de tibia y peroné en su pierna derecha. La tibia y el peroné son los huesos situados entre la rodilla y el tobillo. Al otro día, el fiscal penal 3 Horacio Córdoba Mazuranic (barrio Limache), pidió al juez Ignacio Colombo las demoras de Francisco Paz (padre) y Fabricio Urzagaste (hijo), como supuestos agresores.
De acuerdo a los familiares del joven brutalmente agredido, la grave lesión obedeció a un ataque homofóbico por parte de sus vecinos, la familia Urzagaste Paz, en el barrio Docente Sur. En razón de que Roberto es homosexual.
Según Zulma Urzagaste, madre de Fabricio, “mi hijo venia de una fiesta, este chico (por Costilla) le ofreció pelea y se dieron patadas y ahí se quebró el joven” También sostuvo: “yo creo que el chico está lucrando con su orientación sexual”
La cuestión es que Roberto “Tito” Costilla se encuentra actualmente en cama, con la pierna quebrada. Su condición de víctima generó mayoritaria solidaridad popular y repudios, sobre todo de la comunidad homosexual. Como también un inmediato linchamiento mediático y por las redes.
EL DELITO
En principio, la acusación contra la familia Urzagaste es por el delito de “lesiones graves calificadas” (por odio a la orientación sexual). Según el artículo 90 del Código Penal: “Se impondrá reclusión o prisión de uno a seis años, si la lesión produjere una debilitación permanente de la salud, de un sentido, de un órgano, de un miembro o una dificultad permanente de la palabra o si hubiere puesto en peligro la vida del ofendido, le hubiere inutilizado para el trabajo por más de un mes…”
“MARICON”
Para la familia Costilla se trató de una ataque homofóbico a Roberto. “En estos últimos años se han ensañado con él, todo por su orientación sexual”. El bailarín, en su cuenta de Instagram, divulgó cuando los Urzagaste Paz le gritan “maricón de mierda”.