Casi todos los días se conocen abusos sexuales, mayormente contra niñas y adolescentes y en el ámbito familiar. Se los considera fruto del “patriarcado” y el “machismo”. En las cárceles, los abusadores superan la mitad de los presos.
Por Dario Illanes
El sábado 15 de enero de 2022 apareció una nena wichí asesinada. Durante la semana que culminó se conocieron tres abusos sexuales contra niñas, en el departamento General Güemes. En dos de los casos, los autores fueron sus padres. Una de las abusadas quedó embarazada.
Los abusos sexuales, sobre todo cuando las víctimas son nenas y familiares los abusadores, causan mayoritariamente repulsiones y broncas. “Hay que castrarlos”, son algunas de las reacciones. Como también “matarlos”, “dejar que se pudran en la cárcel” o “los otros presos les van a dar con la misma moneda”.
En la mayoría de los casos, los abusadores son denunciados, juzgados y condenados. Se los considera expresión repugnante de la violencia de género, el “vetusto patriarcado” y el “machismo dominante”. Terminan integrando un poco más de la mitad de la excesiva población carcelaria, por ejemplo en el penal de Villa Las Rosas.
Ahora bien, luego de las condenas mediáticas, culturales y judiciales, ¿existen comprensiones científicas, tratamientos e intentos de soluciones estatales ante tremendos flagelos? Con escasos datos y estudios, poco y nada se hace.
Graves castigos, pero…
Penalmente, nuevas leyes introdujeron cambios en el Código Penal argentino. Desaparecieron conceptos como violación o estupro –entre otros- considerándose ahora “delitos contra la integridad sexual” y “abuso sexual”.
Entre los artículos 119 y 124 del CP se tipifican los casos cuando existe violencia, amenaza, intimidación, para concretar desde un toqueteo a un acceso carnal. Valiéndose de una relación de subordinación, familiar, poder, ausencia de consentimiento (en caso de mayores)
El abuso sexual es una agresión sexual violenta que atenta contra la libertad sexual de la persona y su derecho a elegir la actividad sexual que quiere realizar. Si es cometido contra un menor, afecta además su desarrollo personal en su sexualidad.
Para que se considere abuso sexual es necesario: 1) una conducta abusiva de contenido sexual; 2) contacto corporal directo entre el agresor y la víctima; 3) que este contacto físico afecte las partes sexuales del cuerpo de la víctima; y 4) ausencia de consentimiento en la víctima respecto del acto sexual en que se ve involucrada. La actividad sexual con un menor de 13 años es un abuso sexual, aunque el menor haya prestado su consentimiento.
El abuso sexual agravado, con las máximas penas, es cuando el sometimiento sexual fue gravemente ultrajante para la víctima; hubo acceso carnal; hay parentesco con la víctima; por el número de autores; por el medio empleado o por la edad y situación de la víctima, entre otros.
Graves son los castigos. Pero las conductas vejatorias aumentan.
Perfiles
Los abusos a menores de edad ocurren en todas las clases sociales, ambientes culturales y etnias. La mayoría de los agresores pertenecen al círculo social o familiar de la víctima.
Sin embargo, no hay un único perfil de violador ni de abusador sexual. Cada caso tiene sus propias características. Pero en los diversos crímenes puede haber patrones de conducta que servirían para diseñar políticas de prevención.
Sin embargo, en las instituciones públicas no existe una sistematización rigurosa de las denuncias y de los perfiles de los abusadores. No hay datos. Esta carencia es el gran obstáculo que dificulta tener un mapa claro del problema, entender la magnitud y lograr prevenir.
Esta es la urgencia. De lo contrario, nos seguiremos espantando. Se continuará condenando y llenando cárceles. Sin resolver la tragedia.
FALTA DE ESTUDIOS
“Si no se estudia y comprende a los abusadores, jamás se entenderá la violencia sexual”, aseguró Sherry Hamby, editora de la revista Psychology of Violence. (https://www.apa.org/pubs/journals/vio)
CULTURAS Y CONDUCTAS
Las escasas investigaciones científicas señalan la necesidad de relacionar estudios socioculturales con patrones de conductas de abusadores. “Es el camino más realista para evitar situaciones trágicas”, aseguran.