De pronto, los aciertos del gobierno de Alberto Fernández parecieron hacerse trizas con interminables filas de pobres. “Abren los bancos”, fue la placa de los medios, y desde los poderes públicos pocos esfuerzos se hicieron para morigerar el descontrol.
Las filas rodearon las manzanas y en algunos casos llegaron a más de seis cuadras. Mayoritariamente, eran pobres, entre jubiladas y jubilados, como también beneficiarios de subsidios (AUH, pensiones, etc.) Los grandes medios, principalmente los televisivos, describieron caos, miles tirando por tierra la cuarentena. Por las redes se manifestó repudio. Al gobierno, a la Policía, a los viejos, a los pobres.
Pareció “La guerra del cerdo”, la novela del escritor argentino Adolfo Bioy Casares, donde se persigue y combate a los viejos. Estos son vistos con repugnancia, identificados con la suciedad, la ignorancia y la muerte.
Los hechos fueron que el gobierno nacional dispuso que los bancos abriesen el viernes 3 de abril para que adultos mayores sin tarjeta de débito cobrasen sus acreencias en las ventanillas de los bancos. Los medios anunciaron “Abren los bancos”.
Luego, decenas de miles de personas comenzaron a hacer cola desde la madrugada, apiñándose delante de las entidades financieras. Sin control ni brindar medidas de seguridad y sanitarias por parte de ellas.
“Estaba enojado”
El presidente del Banco Central (BCRA), Miguel Pesce, confesó que el presidente Alberto fernández lo llamó y “estaba enojado”, indignado con las largas filas en las puertas de los bancos. “El Presidente me llamó muy temprano, preocupado por la situación. Sí, estaba enojado, ¡qué le parece!”, contó Pesce.
De acuerdo al BCRA, “Hay 35.000 bocas desde las que se puede retirar dinero, sin ser las sucursales bancarias”. De acuerdo a la institución “el 70 por ciento tiene una tarjeta de débito”. O sea, hay un 30 por ciento sin tarjeta. Según datos de la ANSES, esto significa que 3.900.000 personas necesitan ir a la ventanilla de un banco para cobrar. En este caso, depósitos de marzo y febrero.
Sin estos, no comen.
Desidia privada
“Está sucediendo lo que habíamos advertido, y es que, al no ser el sistema financiero un servicio público, esto tiene una orientación comercial y los trabajadores bancarios estamos haciendo todo lo posible para atender a los jubilados”, explicaron desde “La Bancaria”.
Sergio Palazzo, secretario general del gremio nacional, enfatizó: “es una responsabilidad que todas las sucursales paguen en esta circunstancia” , e insistió en que “el servicio financiero debe ser un servicio público, y la distribución de sucursales, los esfuerzos e instrumentos de pago deben ser otros además de las sedes.
Los servicios bancarios, desde 1977, son privados. La crisis sanitaria y económica que desató el coronavirus expone las debilidades estructurales del Estado, agravadas los últimos cuatro años con la experiencia neoliberal de Cambiemos.
Más allá de prejuicios y discriminaciones a los pobres, que las personas mayores tengan que estar expuesto a condiciones extenuantes y con riesgo de contagio constituye un escándalo. La metodología implementada fue la peor.
Además de dividir el cobro de jubilaciones y pensiones por terminación de DNI, separar estos de AUH y otros subisidios estatales, deben y se den turnos con menos amontonamiento . La Policía la gendarmería, y Ejército debería custodiar y apoyar el pago en lugares con mayor amplitud , como ser gimnasios, galpones, clubes, escuelas.
Servicio privado
El sistema financiero no se considera un servicio público desde que el entonces ministro de economía José Martínez de Hoz (dictadura de 1976) lo desreguló con la Ley de Entidades Financieras en 1977.
Debilidades
La crisis sanitaria y económica que desató el coronavirus expone las debilidades estructurales del sector público, y en éste, la banca. El desafío es imponerse sobre poderes concentrados para amparar a las mayorías.