DOLOR, UNA Y OTRA VEZ

DOLOR, UNA Y OTRA VEZ

Borracho, un chico de 17 años mató con su auto a una jovencita de 18. Fue condenado a tres años de prisión condicional y pagar indemnización millonaria. Ante la imposibilidad de pago, convino un castigo peor.

 

La madrugada del viernes primero de mil novecientos ochenta y dos, Kevin Tunell, a los diecisiete años, cometió el mayor error de su vida.

Totalmente alcoholizado, salió de la fiesta en la que se encontraba y subió al auto de la familia con la intención de marchar a otro festejo. Quienes lo rodearon le aconsejaron no conducir, debido a su visible aturdimiento. Kevin, como afirman los ebrios y los pibes, aseguró “¡Todo bien!; ¡no estoy borracho, estoy bien!”

A las cinco cuadras chocó de frente otro automóvil. Lo conducía Susan Herzog, de 18 años. La chica sufrió la fractura de la base del cráneo y murió en el acto. En Fairfax, Virginia, EE.UU.

En el juicio, Kevin se declaró culpable de homicidio culposo, agravado por ebriedad, y fue condenado a tres años en libertad condicional y un año de servicio a la comunidad. Los padres de Susan recurrieron la sentencia y un tribunal civil determinó que el muchacho pagase a la familia una indemnización de US$ 1.500.000. Esto es, al cambio paralelo, 855 millones de pesos.

Atormentado por las culpas y los remordimientos, Kevin rogó perdón a los padres de Susan. Pero ellos, resentidos por la muerte de su única hija, respondieron que deseaban que el joven sufriese, todos los días, el irreparable dolor causado.

TUMBA DE SUSAN

 

Todos los viernes

Para Kevin, estudiante universitario, resultaba inalcanzable el monto indemnizatorio. Los padres de Susan lo sabían. En realidad, tenían otro plan. De mutuo acuerdo, convinieron ante el tribunal el pago de un dólar, todos los viernes, todos los meses, durante dieciocho años.

Sin otra alternativa, el joven aceptó. Y comenzó el calvario.

Tras pagar la trigésima sexta cuota de un dólar, Kevin abandonó los estudios, se enfermó de los nervios, pensó en suicidarse. Imploró a los padres de Susan le permitiesen abonar la totalidad de la deuda. Estos se negaron.

“No queremos dinero; a nuestra hija jamás la vamos a recuperar, sólo nos queda cada día el insoportable dolor no verla nunca más. Queremos que tu sepas de que se trata…”, le dijeron.

 

Purgatorio

El centésimo cuadragésimo sexto mes, tres años y dos meses después de la semanal condena, Kevin dejó de pagar. De inmediato quedó detenido y pasó treinta días en la cárcel.

Por aquel tiempo, el caso llegó a la prensa y la televisión norteamericana. La opinión pública se dividió. La mayoría estaba de parte de los padres de la chica. Alrededor de un tercio consideraron que la pena se había convertido en venganza. Y un purgatorio para el muchacho.

Tras ochocientos sesenta y cuatro semanas, pagando todos los viernes un dólar, Kevin concluyó el castigo. Dieciocho años después de manejar borracho y causar la muerte de Susan, de 18 años.

 

DEAD DRUNK

En 2002, HBO estrenó la película “Dead drunk: The Kevin Tunell Story” (Borracho mortal: la historia de Kevin Tunell) Fue dirigida por el argentino Juan José Campanella.

 

PERDÓN

“Bienaventurado aquel cuya transgresión ha sido perdonada” (Salmo 32:1)

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