PARA LOS POBRES, ES ENTRE EL CONTAGIO Y LA MISERIA

PARA LOS POBRES, ES ENTRE EL CONTAGIO Y LA MISERIA

Contra el voraz virus, el gobernador de Salta paralizó casi todo. Las extremas medidas parecen acertadas para frenar el avance de la enfermedad, pero dejan sin ingresos a cuentapropistas, quienes trabajan en negro, no cobran AUH, subsidios ni jubilación.

“El coronavirus está en fase de crecimiento exponencial. Los casos pasaron de 2 a 100 en una semana; la siguiente, de 100 a 1.000 y de 1.000 a 4.000 en cuatro días”, describió un informe médico publicado el 18 de marzo por el diario español El País (https://elpais.com/sociedad/2020/03/17/actualidad/1584436648_230452.html)

Por su parte, el director del organismo sanitario del norte de Italia (Ulss 5), Antonio Compostella, contó: “En esta progresión de la infección, registramos que en Véneto los casos aumentan todos los días en un 10%, en Emilia Romagna en un 15%, en Lombardía en aproximadamente un 20%” (https://www.polesine24.it/home/2020/03/17/news/entriamo-nel-pieno-del-contagio-attenti-alla-febbre-che-compare-se-ne-va-e-torna-83828/)

Esta es parte de la información que motiva, a las autoridades nacionales y de Salta, a medidas inéditas para evitar contagios de coronavirus. Nunca antes, desde el Estado provincial, se ordenó paralizar el transporte público de pasajeros (SAETA)

Tras conocerse el primer caso de coronavirus en Salta, Sáenz ordenó el cierre de los shoppings, escuelas, suspendió el servicio de colectivos y prohibió la permanencia en lugares públicos en todo el territorio provincial.

Sin ingresos para vivir

Ana es empleada doméstica, tiene 42 años, separada, con una hija de 20 y un hijo de 22, ambos sin trabajo formal. Alquilan una humilde casa en el barrio Limache.
La chica estudia Enfermería en la Universidad Nacional de Salta y junta unos pesos como acompañante terapéutica de una mujer que sufre mal de Parkinson. El varón se recibió de profesor de Historia, pero, tal como lo hace desde los 17 años, “changea” en la construcción.
Hace un mes, (“gracias a Dios”, aseguró Ana) entre los tres llegaron a juntar 26 mil pesos.

La madre, de 10 a 14, trabaja en una casa del centro; y de 18 a 20, en otra de Tres Cerritos. La hija atiende a la señora enferma de 8 a 12 en el centro. El muchacho se mueve en su bicicleta. Hace veinte días que no consigue una changa.

Con la cancelación del servicio de los colectivos, anunciado el martes 17 de marzo por el gobernador Gustavo Sáenz, las mujeres no podrán ir a trabajar.
De un día para el otro, la familia se quedará sin ingresos. Sin dinero, pueden morir de hambre antes que de coronavirus.

El virus del hambre

Para paliar en parte las consecuencias económicas a la población pobre, desde la Casa Rosada se anunciaron aumentos de las jubilaciones y de la Asignación Universal por Hijo (AUH). Los empleados en relación de dependencia (estatales o privados), si son licenciados, seguirán cobrando.El problema es para cuentapropistas y trabajadores independientes. La mitad de la población argentina. Y mucho más en Salta.

Así lo explica IDESA (Instituto para el Desarrollo Social Argentino), en base a datos oficiales:
“Según los datos de la encuesta de hogares del INDEC se observa que:

  • El 55% de los hogares tiene como jefe a un empleado en relación de dependencia registrado de los cuales el 16% son pobres.
  • El 22% de los hogares tiene como jefe a un asalariado no registrado de los cuales el 43% son pobres
  • El 23% de los hogares tiene como jefe a un cuentapropista y el 35% son pobres.

Estos datos muestran que sólo la mitad de las familias tiene como jefe de hogar a alguien que trabaja en relación de dependencia registrado” (https://idesa.org/el-45-de-las-familias-viven-de-la-informalidad/)

Más daño

“La falta de ingresos, sea por reclusión o por caída de la actividad económica, les hará (a quienes no son empleados ni reciben subsidios) de manera casi inmediata más daño a la salud que el coronavirus”, aseguró IDESA.

Y agrega: “En salud, se debe sopesar el costo de la enfermedad con el costo del remedio”. Tras citar que la Organización Mundial de la Salud no recomienda el cese de actividades y la reclusión de la población para reducir el contagio de coronavirus, el centro de estudios sostuvo: “En los países desarrollados un confinamiento acotado en tiempo y espacio es posible porque tienen espacio fiscal para subsidiar a las empresas, y las familias viven del ingreso formal”

Y concluye: “Pero en la Argentina, con un sector público quebrado y la mayoría de las familias, sobre todo las más vulnerables, viviendo de la informalidad, el remedio será peor que la enfermedad”

CONTACTO: Economista Jorge Colina. Mail: jcolina@idesa.org
Tel: +54 9 11 4550 6660.

Fuente de la Información: IDESA

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