Eduardo Kira, presidente de la Cámara Hotelera Gastronómica y Afines de Salta / ABREN LOS BARES Y RESTAURANTES

Eduardo Kira, presidente de la Cámara Hotelera Gastronómica y Afines de Salta  / ABREN LOS BARES Y RESTAURANTES

El empresario se mostró conforme y expectante ante la autorización para reabrir los locales gastronómicos de 8 a 20. Son más de 1200 en Salta, la mayoría pymes , con alrededor de seis mil trabajadores. Aspiran a funcionar de noche.

  

La apertura de los locales gastronómicos (restaurantes, resto, bares, confiterías, cafés, comedores) fue autorizada por el gobernador Gustavo Sáenz, luego de reunirse con los titulares de la Cámara de Hoteleros Gastronómicos y Afines de Salta, Eduardo Kira y de la Unión de Trabajadores del Turismo, Hoteleros y Gastronómicos de la República Argentina (UTHGRA), Pablo López, los ministros de Gobierno, de Turismo y Economía.

“Es una satisfacción haber recibido esta respuesta al clamor de los socios, pues entendieron la problemática que estamos atravesando”, señaló  Eduardo Kira.

Salta, junto a Mendoza y jujuy son las únicas provincias autorizadas en la Argentina.

 

¿Cómo recibieron la autorización para abrir los bares y restoranes?

– Con mucho satisfacción y expectativa, aunque sólo sea un paliativo. Se escuchó el clamor de la gente, pues los dueños de los establecimientos gastronómicos llevamos dos meses cerrados, y la mayoría, el 95 %, son empresas pymes. Para muchos, la crisis es terminal.

– La medida, ¿a cuántos locales involucra y beneficia?

– A nivel general, en toda la provincia en donde la Cámara tiene asociados, son más de 1200 establecimientos. Y esto significan miles de empleados, y tenemos que cuidarlos. Hay que tener abiertos los locales, respetando las normas de salud, cuidando la gente.

 

– El horario de cierre, a las 20, ¿los limita?

– Lo importante es abrir los locales, es el primer paso para no parar la productividad, pero no creemos que la gente vaya a salir masivamente a los locales. Sin embargo, con un 70 por ciento de actividades económicas exceptuadas, ,las personas necesitan pernoctar y comer. Por ahora, es para la gente que necesite comer cerca de su trabajo; después veremos de ampliar el horario, después de las 20, que tiene que ver con la idiosincracia de los salteños de salir a la noche. Pensamos en algo similiar a lo que sucede en Jujuy, donde la última persona puede ingresar hasta las 12 de la noche, y retirarse a la una.

 

El delivery

– Trabajar mediante la entrega a domicilio, el delivery, ¿alcanza?

– No, para nada, además los precios son más bajos, hay menués a 150 pesos; antes, eran muy pocos los restoranes que hacían delivery, ahora lo hacen más de cien establecimientos, pero se compite con lo que siempre hicieron los comedores familiares. La entrada es mínima, no alcanza ni para cubrir costos.

 

– ¿Será posible la apertura de peñas con espectáculos folclóricos?

– Eso lo iremos viendo con el tiempo; por ahora, es imposible. El turismo,  los espectáculos, los salones de fiesta seguirán relegados por largo tiempo.

 

Adaptarse para sobrevivir

Entre la infinidad de cambios sociales y económicos impuestos por la pandemia de covid 19, la desaparición del turismo y las restricciones para el transito humano golpearon con mayor dureza la actividad gastronómica.

Asimismo, reveló que en muchos casos, la relación entre costos y ganancias era exhorbitante.

En locales del Paseo Balcarce, el Paseo Güemes o el microcentro, comer o cenar tenía precios sólo posibles para turistas. Valores cercanos a los de Madrid, Nueva York o París. Entre 15 y 25 dólares por persona. Para una, un laburante, sentarse a comer por 900 o 1800 pesos era inaccessible.

La peste dejó a esos negocios sin nada. Muchos de esos locales, para quienes entregar comida a domicilio (delivery) era impensable, desde el 20 de marzo comenzaron a hacerlo. En el Paseo Güemes, para sobrevivir, los restoranes ofrecen menués a $ 250. Son llevados por los mozos, devenidos en motoqueros.

Pero entonces se planteó una competencia antes despreciada: Entre una docena de empanadas a $ 500, y la similar hecha por una familia que siempre la vendió a $ 200, casi no quedan dudas de la elección.

Se llama atender el mercado interno.

 

 

 

 

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