CHOCOLATE

CHOCOLATE

Hediondo, piel sobre huesos, enfermo y moribundo, llegó Chocolate a casa. Ornella, una alegre y joven madre había rescatado de la calle al Pit Bull mestizo color marrón.

Ella tiene once perros en su hogar. Debido al miserable aspecto de él, olor, fealdad y asco que generaba, nadie quería adoptarlo.

Tal vez fue la amistad con Ornella, pero en absoluto se trató de lastima. En realidad me sentí indignado. Con los criterios humanos de valorar de acuerdo a los convencionales criterios de belleza y utilidad.

Adopté a Chocolate. Ornella se encargó del costoso tratamiento veterinario para curarlo. Nos dimos cuenta que el pobre había sido criado como perro de pelea, para las crueles apuestas. Cuando ya no sirvió, fue abandonado.

Con tratamiento médico, medicamentos, la mejor comida, pero fundamentalmente cuidados y cariño, Chocolate comenzó su recuperación.

Hoy es un un perro hermoso. Pelaje brillante, pesando más del doble de cuando llegó a casa. Alegre, sereno, enérgico, tierno, juguetón. Dios me envío un ángel que mueve la cola.

Esta es una historia sencilla y pequeña. Se me ocurre que maravilloso sería vivir con más personas como Ornella y personas no humanas como Chocolate. Desparramando amor.

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