A JAVIER LAMAS

A JAVIER LAMAS

A la buena gente se la conoce pues su ángel lo precede.

Por eso, bebés, animales, perros, les sonríen. Muchas veces no son comprendidos, incluso no queridos. Hasta se los considera ingenuos, desubicados, egoístas, viviendo en su mundo. Precisamente, más allá de este mundo. Han sabido salirse de las seducciones y engaños de codicias y vanidades.

Para ser bueno, primero hay que luchar contra las maldades que los años meten en el alma. Para ser bueno, hay que derrotar demonios.

Callar, escuchar, aprender a ser justo, olvidar ofensas y perdonar, dejar de juzgar, pedir perdón, agradecer cada aliento, humilde y fuerte; saber sonreír y llorar. Así se comportan, superando dolores y errores, contra sí mismos y cercanos

Hay gente linda, simpática, famosa, sexy, interesante, conveniente, deseable. Pero poca buena gente.

Y nos damos cuenta cuando se van.

Adonde viven para siempre la buena gente.

 

 

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