Viernes, 20.30. Un agradable viento del noroeste calma el calor del día. Las luces de la esquina convocan a la antigua casa, en Mitre y Necochea. Las siglas en hierro forjado identifican adonde llegamos: JB. José Balcarce. Bistró y coctails.
Por Dario Illanes
“Condenado el hombre a comer para vivir, Dios lo invitó a que lo haga con apetito, y a recompensarse con placeres”, escribió el francés Brillat Savarin en su libro “Fisiología del gusto”
Entonces, visitar el bistró José Balcarce, además de un lugar para satisfacer la vital necesidad, es un exquisito espacio en donde se disfrutan sabores, comidas y bebidas.
El amplio, fresco, precioso salón, con catorce mesas, estaba ocupado en su plenitud. Se advertían tanto fisonomías europeas como salteñas y de otras provincias argentinas. Al haber llegado sin compañía, acepté gustoso la invitación del chef y dueño Matías Álvarez. Resultó simpático sentarme en la barra.
Del otro lado, Lucas e Isabella, jóvenes tan agradables como correctos. Privilegiado lugar para ver arribar dos chicas y dos chicos, el servicio juvenil y efectivo.
Appetizer
O entremés, entrada, antipasto. Se trata del plato ligero, frío, para preparar el apetito. Delante pusieron porotos negros en vinagreta; rissoto de quinoa con locoto ahumado; dadito de sopa paraguaya y una generosa papa frita bañada en mayonesa huancaína (origen peruana) Cuatro delicadas delicias.
Amplia y variada es la carta de vinos de José Balcarce. Pero la cuestión es ir más allá de lo habitual. Entonces, nos inclinamos por un torrontés desconocido: “Coplero”, de bodega Las Lucías (2021) Novedosa frescura y suavidad.
Mientras sabores, aromas, colores y texturas halagaban los sentidos, presenciamos la razón de que la casa se llame “José Balcarce. Bistró & coctails”. O sea, además de la variada cocina de fusión gourmet, se ofrecen variados cocteles. Clásicos y de autor. Y éste es Rafa.
Sencillez creativa
Para el plato principal confié en Matías Álvarez. Las sorpresas fueron sabrosas y excelentes.
Dos significativas rodajas de roast beef, cocinado al vacío, bañado en la francesa salsa demi glace. En compañía de papas doradas cubiertas sutilmente por locoto ahumado y hojas de rúcula salpicadas con oliva y albahaca.
La carne suave, tierna, regia. Los marrones convocantes, en armonía de colores y sabores. Las papas, delicadeza y toquecito picante; y el amable amargor de la rúcula. Al lado de pan propio de la casa. Fragante aroma y blanca y esponjosa miga.
La otra sorpresa ofrecida por Matías fue la bebida acorde. Un tinto mendocino: “La Posta”. Oportunamente sacado de la cava, desorientó su aspecto (y leyenda en botella) que aludía a su cuna de bodegón. Rojo profundo, fue elegante en todo su recorrido, estallando cerezas, taninos finos y dulces, envolviendo el paladar.
Mai Tai
Debido a la curiosidad despertada por los tragos de Rafa, optamos, en lugar de postre, por uno de sus cocteles. Tres llamaron mi atención: “Primer Trago de Rafa”, compuesto de ron dorado, almíbar de vainilla, cordial de jengibre, limón, menta y soda. La “Sangría de la Casa”: cuyos contenidos son tinto calchaquí, frutillas orgánicas, jugo de arándanos, jugo de limón, jugo de naranja y almíbar de menta.
Pero como deseaba algo dulce, elegí el “Mai Tai”
El nombre es de origen tahitiano, que significa “lo mejor”, sin embargo su procedencia es californiana. Las variaciones son innumerables, conservando siempre la base de ron.
Rafa mostró en la barra como hacía su versión de Mai Tai. En el vaso de coctel puso ron dorado, malibú, amaretto, limón, pomelo y un mix de almíbares. Por supuesto, hielo picado. Y comenzó a batir. El aspecto caribeño del joven daba la impresión de que bailaba haciendo el trago.
Y lo sirvió, con una rodaja cítrica flameada. La dulzura del ron, con los toques de almendras y coco, enfiestaron la boca.
Si usted, como dijo Savarin, quiere recompensarse con placeres, diríjase sin dudar hasta José Balcarce.