¿Quién genera riqueza y progreso? ¿El trabajador o el empresario? Ambos. La primera libertad es comer. Para vivir.
“Cuando los justos gobiernan, el pueblo es feliz. Pero cuando los perversos están en el poder, el pueblo gime” (Proverbios 29:2)
El ingreso promedio de los trabajadores en blanco y en negro se situó en 193.200 pesos mensuales, de acuerdo a la información de diciembre (2023) relevada en el informe de Evolución de la Distribución del Ingreso (EPH) del Indec. Solo el 10 por ciento del decil de la población argentina superó los $ 400 mil de ingreso.
En un somero cálculo, sumando un litro de leche diario, 3 kilos de carne por semana (12 mensuales) y dos tiras de pan por día, se necesitan alrededor de $ 132.000. por mes. Muy pocos hablan de esto. Millones de argentinos que trabajan y no les alcanza para comer.
Sea con los músculos, la presencia personal o las neuronas; en una fábrica de ropa, unas hectáreas de tierra, un supermercado, una productora de contenidos o un restaurante, se necesitan trabajadores. También maquinarias, insumos varios, transporte, publicidad. En una escueta enumeración.
Si el dueño del capital tiene las máquinas, los insumos, el transporte, la publicidad, pero carece de trabajadores, no tiene lo más importante: quienes le harán producir bienes o servicios. Y obtener ganancias. Por otra parte, resignando calidad y productividad, dispone de muchísimos desocupados que no les queda otra que trabajar por una indigna miseria.
El trabajo, desde el comienzo de la historia, es la condición básica y fundamental de la vida humana. Sea con una pala o con palabras, el trabajo creó civilizaciones. Del modo que sea, el trabajo es la fuente de toda creación y riqueza. Sin esa fuerza transformadora, motor de la historia, no existirían las culturas, sociedades, naciones.
Las pirámides egipcias se hicieron con trabajadores (esclavos). El imperio inglés y luego el norteamericano se construyeron con máquinas, barcos y trabajadores. El empresario más creativo, sin laburantes, sólo sería un soñador.
Creadores
Sea el más bruto o el altamente calificado, el trabajador produce capital para el empresario. Es el trabajo el que crea ganancias, progreso, riqueza. Y no al revés. Esto lo expuso brillantemente Adam Smith
Afortunadamente hay capitalistas, emprendedores con buenas ideas y corazones. Pero por mucho capital, sin trabajo no hay ganancias ni progreso. El trabajo es la base de la riqueza de la empresa y nación.
Los conflictos surgen con los beneficios. El empresario, sea agropecuario, industrial o comercial, en su gran mayoría está convencido de que él es el generador de riqueza. Y, por lo tanto, considera que tiene la libertad de establecer cuanto “gasta” en pagar a los trabajadores. La falacia del “costo laboral”
Tan cruel fue esta práctica que los estados europeos y en Estados Unidos establecieron leyes para proteger a los creadores de capital. A los trabajadores. No eran comunistas. La idea era y es arbitrar en la puja distributiva.
Angustia
Quien vive de su trabajo, evalúa su ingreso de acuerdo a lo que puede comprar en alimentos y cubrir necesidades familiares; pagar cuentas y, si le alcanza, ahorrar. O sea, su poder adquisitivo de bienes y servicios depende de la relación entre su sueldo o entrada y los precios, establecidos por las empresas.
Entonces, luego de recibir su salario, para el laburante y su familia, lo más importante es lo que cuesta el queso, la leche, la papa, la carne, el fideo. Entonces, la inflación es su mayor angustia y amargura. Y quienes la permiten, desde el gobierno o la oposición, sea por hacer mal, no hacer o dejar hacer, se convierten en verdugos.
A los líderes empresariales – reales dueños del poder en la Argentina -se los considera actores económicos productivos. Poco se sabe de sus identidades y origen de sus capitales. Pero hace ruido de que se los ensalce como creadores de riqueza.
Sin Estado – gobernantes, legisladores, magistrados – presente, es la voracidad del poderoso contra el débil. Extrema crueldad.
LA PEOR DISCRIMINACIÓN
El 2 de enero de 2023, el dólar blue costaba $ 344. Hasta el martes 9 de enero de 2024, el “blue” aumentó 225, 58 %, a $ 1.250
La inflación de diciembre fue de 25,5 %. Totalizó 2023 con 211,4 %.
El máximo de aumento salarial, para pocos, durante 2023, fue del 180%.
Quienes cobran en negro, no llegaron al 65 % de incremento.