“No alcanza con la legitimidad de origen, el ejercicio debe también ser legítimo”, sentenció el papa Francisco.
Al pueblo no le importa quien tiene la culpa. Cada vez más miseria y enfermedad. “Hermanas y hermanos, les pido firmeza y decisión frente a los modelos deshumanizantes y violentos porque la paz es una construcción de todos los días”, sostuvo Francisco, al concluir su primer mensaje público luego del encuentro con Milei en Roma.
Sus palabras llegaron desde la pantalla electrónica ubicada en la planta baja de la nueva sede del Copaju (COMITÉ PANAMERICANO DE JUEZAS Y JUECES POR LOS DERECHOS SOCIALES Y DOCTRINA FRANCISCANA; https://www.copaju.org/) en la Ciudad de Buenos Aires, donde funcionará también el Instituto para la investigación y promoción de los Derechos Sociales “FRAY BARTOLOMÉ DE LAS CASAS”.
El papa había enunciado: “Todos los que ejercen un poder público tienen que tener presente que no alcanza con la legitimidad de origen, no. El ejercicio debe también ser legítimo”. Y cuestionó: “¿Qué legitimación puede tener el poder si se aleja de la construcción de sociedades justas y dignas?”
Y subrayó, en relación a quienes trabajan en la justicia: “La misión de los operadores judiciales, abogados, jueces, fiscales, defensores es crucial. El Poder Judicial es el último recurso disponible en el Estado para remediar las vulneraciones de derechos y preservar el equilibrio institucional y social”, sostuvo Francisco. “No hay futuro, no hay desarrollo, no hay justicia ni democracia en un mundo donde millones de niños comen diariamente solo los deshechos de aquellos que sí consumen”, describió.
Obreros de la paz
Los derechos sociales no son gratuitos, puntualizó. Y añadió: “La riqueza para sostenerlos está disponible, pero requiere de decisiones políticas adecuadas, racionales, equitativas”, les dijo a los presentes y por extensión a todos “los obreros de la paz” que trabajan para que esto sea posible. Dado que “falsas deidades” nos conducen “a la deshumanización y a la destrucción del planeta”, Francisco ofreció “la palabra de Jesús, que fundamenta la doctrina social de la Iglesia, y es siempre un sendero seguro y luminoso”.
El juez Gallardo sostuvo al presentar el encuentro: “no hay convivencia democrática con hambre, ni justicia con inequidad”, sostuvo. Propuso volver sobre el legado de Francisco “que enseña la importancia de la justicia frente a prácticas degradantes”. Y concluyó: “Somos el freno para la insensatez y la intolerancia”. Desde cada tribunal, dijo, desde cada fuero “pueden emanar mensajes que neutralicen a los procesos destructivos y deshumanizantes”.