La iglesia católica condenó la corrupción, el individualismo y el “sálvese quien pueda” Subrayó el compromiso cristiano en defensa de los más débiles.
Fue en la multitudinaria misa del domingo 12 de mayo, presidida por el arzobispo Jorge García Cuerva, en la ciudad de Buenos Aires. Y en conmemoración y homenaje al sacerdote Carlos Mugica (44 años), asesinado por militantes derechistas, el 11 de mayo de 1974.
García Cuerva resaltó que “Carlos Mugica dio la vida por los más pobres y el Evangelio. Lo mataron porque sabían que su muerte provocaría una gran conmoción, y apostaban al caos que se cernía como una tormenta sobre los argentinos, que con los años quedaron afónicos de reclamar paz y libertad. Cincuenta años después prestamos nuestras voces para seguir reclamando por la paz y la justicia, convencidos que la violencia no es el camino”.
La autoridad eclesiástica destacó que “el padre Carlos nos alienta aún hoy a que en cada barrio se fortalezca una comunidad que se organiza para acompañar la vida de nuestro pueblo y nos interpela a luchar ante todo tipo de injusticia”. Y agregó que “nos enseña a no dejarnos arrastrar por la colonización ideológica ni por la cultura de la indiferencia”.
Asimismo, leyó una carta del papa Francisco, enviada para la ocasión. En esta, el pontífice argentino alentó a los cristianos a “continuar poniendo el corazón y el cuerpo al lado de los que sufren todo tipo de pobreza”
El barro del odio
El arzobispo, vehemente, describió: “seguimos chapoteando entre descalificativos y odios, chapoteamos en el barro de la corrupción; estamos acostumbrados a chapotear en el barro de los enfrentamientos constantes, mientras los más pobres siguen chapoteando en el barro de las calles de sus barrios sin asfalto y sin un plan de urbanización porque estamos asistiendo a la discontinuidad de políticas públicas de integración de barrios populares, que habían sido logradas con el consenso de gobiernos de distintos signos políticos y representantes legislativos”.
Crítico con la dirigencia y sus incumplimientos, aseguró: “nos hemos acostumbrado desde hace años a soportar la podredumbre de la inflación que es el impuesto de los pobres; y aguantamos el tufillo de dirigentes rápidamente muy ricos y gente trabajadora siempre muy pobre; hace rato que algo huele mal en la Argentina. La corrupción, el individualismo, el sálvese quien pueda, apestan, y casi que nos acostumbramos a vivir con esos males”.
García Cuerva denunció que “vivimos encantados por las luces de la fama y del éxito pasajero; las luces engañosas que nos dejan un poco ciegos y encandilados para no ver lo que realmente hay que ver; a los hermanos que, en sus vidas, toda luz se apagó, porque se apagó la esperanza, porque se apagaron las ganas de seguir luchando, porque viven en la oscuridad de la tristeza, de la soledad y la injusticia”.
Escándalo
El arzobispo destacó la relación entre el deterioro de la educación y la pobreza. “En la Argentina de hoy, siete de cada diez chicos son pobres… pibes con hambre revolviendo basura, chicos no escolarizados, o con una instrucción demasiado básica, no pudiendo leer de corrido o interpretar un texto”
Citando al papa Pablo VI y su encíclica Populorum Progressio, enunció que la educación es el primer objetivo de un plan de desarrollo. “El hambre de instrucción no es menos deprimente que el hambre de alimentos: un analfabeto es un espíritu subalimentado”. Y enfatizó: “adquirir una formación profesional es recobrar la confianza en sí mismo, y descubrir que se puede progresar al mismo tiempo que los demás”
COMPROMETIDOS
El arzobispo tomó como base para su homilía el texto de la “Meditación en la villa”, escrita por Mugica en 1972, para hacer un crítico repaso de la situación social y política y, entre otras cuestiones, afirmó que “queremos jugarnos la vida en el compromiso con los que menos tienen porque las injusticias sociales nos invitan a trabajar con mayor empeño en ser discípulos que saben compartir la mesa de la vida (…), mesa abierta e incluyente, en la que no falte nadie, reafirmando la opción preferencial y evangélica por los pobres, comprometidos a defender a los más débiles, especialmente a los niños, enfermos, discapacitados, jóvenes en situaciones de riesgo, ancianos, presos, migrantes”.
SOLEDADES Y FRATERNIDAD
García Cuerva hizo suya una cita de Francisco. “Nos hemos acostumbrado a comer el pan duro de la desinformación y hemos terminado presos del descrédito, las etiquetas y la descalificación; hemos creído que el conformismo saciaría nuestra sed y hemos acabado bebiendo de la indiferencia y la insensibilidad; nos hemos alimentado con sueños de esplendor y grandeza y hemos terminado comiendo distracción, encierro y soledad; nos hemos empachado de conexiones y hemos perdido el sabor de la fraternidad.(…) Tenemos hambre, Señor, del pan de tu Palabra capaz de abrir nuestros encierros y soledades. Tenemos hambre, Señor, de fraternidad para que la indiferencia, el descrédito, la descalificación no llenen nuestras mesas y no tomen el primer puesto en nuestro hogar”.