Jimena Salas fue asesinada de 41 puñaladas alrededor de las 13.30 del 27 de enero de 2017. En su hogar de Vaqueros. Nicolás Cajal, su esposo, contó que la encontró muerta en el living, y a las dos pequeñas hijas encerradas en un baño. El viudo está acusado de encubrimiento agravado y Sergio Vargas de cómplice del homicidio. Sus silencios ocultarían la verdad.
“Su estado (de Cajal) era sereno, predispuesto y atento a los detalles solicitados, haciendo siempre hincapié en que su concubina (víctima) habría sido atacada por un ladrón”, sostiene el decreto de imputación por encubrimiento agravado en perjuicio Jimena Salas. ón por encubrimiento agravado en perjuicio Jimena Salas. El hombre no fue incomunicado ni detenido –procedimiento rutinario – por parte del entonces fiscal interviniente, Pablo Paz.
En la actualidad actúan los fiscales de la Unidad de Graves Atentados contra las Personas, Ana Inés Salinas y Gustavo Torres Rubelt. Ellos solicitaron el juicio contra Sergio Horacio Vargas y Nicolás Federico Cajal Gauffin. El debate se realizaría en junio. La calificación es “homicidio triplemente calificado por ser cometido con alevosía y ensañamiento y por precio de o promesa remuneratoria (matar por encargo)”
Los fiscales consideraron que “la conducta desplegada por el imputado Cajal derivó en una manifiesta obstrucción de la justicia, perpetrada en orden a evitar dar cuenta acerca del origen o naturaleza de bienes espurios que estaban en su poder y que fueran sustraídos por los autores del homicidio en ocasión de ejecutar el hecho principal”
El “campana” y la alarma
Ambos funcionarios señalaron que los asesinos (dos, usando dos cuchillos) “contaron con la activa colaboración del imputado Sergio Vargas para la perpetración del hecho…” Asimismo, “se pudo establecer que el coimputado Nicolás Cajal Gauffin, pese a ser pareja de la damnificada, habría desplegado conducta criminalmente punible, al ocultar información trascendental para la investigación de los hechos, direccionándola y condicionando el resultado; todo ello en función de intereses personales, lo que sumado al transcurso del tiempo ha impedido (hasta el momento) la determinación de los autores materiales, sobre los que la investigación debe continuar”
Un dato significativo es que la alarma del hogar de Vaqueros “fue apagada el 26 de enero y restablecida el 30 del mismo mes, sin intervención de los técnicos”. El informe agrega: “resulta concluyente que la falla de comunicación registrada en fecha 26 de enero de 2017, víspera del homicidio aconteció al desconectar la antena de la misma; que momentos previos al evento de ´ falla en comunicación´, Nicolás Cajal se encontraba en el inmueble solo”
El perro y el maletín
De acuerdo a los investigadores, mucho antes de que éstos mencionasen a una persona con un perro caniche en brazos buscando la atención de Salas, Cajal dijo, inmediatamente después de llegada la policía, “mataron a mi mujer… por culpa de ese perro de mierda la mataron a mi mujer…”. Es decir, el viudo señaló “circunstancia fáctica vinculada al modo de comisión del hecho, la que no fue conocida sino tiempo después y merced a diferentes tareas investigativas, lo que da cuenta que conocía de antemano información de la mecánica del luctuoso suceso”
Otro informe de la investigación que, pese a existir una caja fuerte, “los causantes se dirigieron directamente hasta un maletín y que por el nivel de preparación, el recorrido interno efectuado, y la metodología registrada, podría haberse tratado de un domicilio ´entregado´ ”
A cuatro años de un crimen atroz, todo apuntaría que Cajal y Vargas saben mucho más de lo que dijeron. Y que sus silencios ocultarían a los asesinos materiales e intelectuales. Los investigadores concluyeron que “el imputado intentó instalar desde los primeros minutos del abordaje policial la teoría de un robo frustrado al azar, omitiendo la sustracción ahora probada en el ejercicio punto a punto”.
OLORES DE DROGA Y PLATA
Fueron perros detectores quienes pusieron en evidencia el ocultamiento de la existencia de la sustracción de bienes en un maletín, por parte de Cajal. El informe pericial concluyó “se realizó sobre dicho maletín, la prueba denominada “ejercicio punto a punto”, en la que el trabajo de perros certificados en la búsqueda de divisas, moneda de curso nacional y sustancias estupefacientes, dio positivo para sustancias narcóticas y/o divisas en su interior. La caja fuerte que estaba en el mismo placard, “no fue ni siquiera tocada…y a pesar de su fácil acceso y visibilidad, no fue violentada”.
LLAMADAS SOSPECHOSAS
La situación de Nicolás Cajal se agravó al comprobarse que seis meses después del asesinato, Cajal recibió un llamado y en el que se habló de drogas y dinero sucio. En julio de 2017, “se hizo referencia expresa a maniobras propias de actividades ilícitas, con terminología utilizada en la jerga del comercio de estupefacientes, donde se asocia el resultado muerte del suceso a vinculaciones con el tráfico de drogas, lo que permite corroborar el contenido del maletín periciado”. El viudo, nuevamente, ocultó la comunicación.