Para poder entender el valor de un año, preguntale a algún estudiante que lo perdió en sus estudios, o al desocupado.
Para entender el valor de un mes, preguntale a una mamá que dio a luz a un bebe prematuro.
Para entender el valor de una semana, preguntale al trabajador con hijos a cargo que cuenta los días para cobrar a fin de mes.
Para entender el valor de una hora, preguntale a los novios que esperan encontrarse.
Para entender el valor de un minuto, preguntale a una persona que perdió un vuelo.
Para entender el valor de un segundo, preguntale a una persona que evitó un accidente en un instante.
Para entender el valor de una milésima de segundo, preguntale al atleta que ganó una medalla en las olimpiadas.
Albert Einstein, creador de la teoría de la relatividad y el tiempo, sostuvo que el tiempo no es absoluto. Lo único constante en el universo es la velocidad de la luz en el vacío y todo lo demás, como el paso del tiempo, varía según el marco referencial del observador.
Si fuésemos luz, ya no existía el tiempo ni el espacio. El astrofísico chileno Luis Barrera – renombrado científico investigador en Alemania y la NASA, y cristiano – sostuvo que este es el sentido de las palabras de Jesucristo: “Yo soy la luz del mundo” (Juan 8:12)
Einstein dió un ejemplo sencillo: “Imaginate a una pareja besándose. Pueden estar una hora amándose, pero para ellos ha pasado sólo diez minutos. Ahora sienta a la misma pareja sobre un horno caliente. Luego de un minuto, sentirán que ha pasado una hora.
Entonces, hasta que seamos luz, sólo nos queda vivir el tiempo como si cada minuto fuera la vida.