La selección es un equipo – sabiamente dirigido- que gana y enamora. Marcando época. Bella, inédita, inolvidable.
Años atrás, el fútbol de Brasil acuñó la frase “Jogo Bonito”. Además de ser equipos imbatibles, mostraban alegres jugadores con los pies desparramando samba, deleitando a sus hinchas, enamorando al mundo.
Hasta Charly García cantó, en su tema “Yo no quiero volverme tan loco”, la estrofa “la alegría no es sólo brasilera” Porque los cariocas parecían bailar en las canchas, y los argentinos, renegar entristecidos.
Ellos mostraban un fútbol de poesía. Posesión del balón, toques, paredes, pases milimétricos, pinceladas artísticas sobre el pasto y en los arcos rivales.
En agosto de 2018, tras el naufragio en el Mundial de Rusia, la AFA decidió que Lionel Scaloni se hiciera cargo como entrenador “interino” de la Selección. El establishment futbolero, los escandalosos comentaristas, pusieron sus gritos en el cielo. “¿Scaloni?, ¿quién es Scaloni?, ¿qué ganó Scaloni?”, criticaron contra la decisión de Chiqui Tapia.
Victoria y humildad
Con sus principales ayudantes, Pablo Aymar (exRiver) y Walter Samuel (exBoca), Scaloni conquistó cuatro campeonatos: la Copa América 2021, la Finalissima 2022, el Mundial de Catar 2022 y la Copa América 2024. Obteniendo el mayor invicto en la historia del seleccionado argentino (37 partidos)
Y se convirtió en el más famoso de los humildes. Logrando conformar, con futbolistas fuera de serie como Messi o Di María, un equipo homogéneo, disciplinado, ofensivo, triunfador.
Un total de 85 partidos, 60 ganados, 17 empatados y sólo ocho derrotas, son los números del ciclo que comenzó en septiembre de 2018, con 160 goles a favor y 43 en contra.
Entonces, desde el refinamiento de las técnicas, tácticas y estrategias colectivas; robusteciendo las destrezas, los talentos, las creatividades individuales, ingenios se hicieron artes y espectáculos. Alegrías y amores.

Superioridad
Argentina logró la noche del 25 de marzo una goleada histórica, ante Brasil. Tanto por la superioridad técnica, moral, artística, como en estadísticas. En la historia de las Eliminatorias Sudamericanas, ningún equipo había vencido a Brasil como local y como visitante.
Además, ninguna otra selección le marcó en la fase clasificatoria al Mundial
“La Scaloneta” tuvo una actuación exquisita. Los goles fueron de Julián Álvarez, Enzo Fernández, Alexis Mac Allister y “Cholito” Simeone. Con juego arrollador, presionando, ofensiva, dominando la cancha, Argentina obtuvo dos goles de ventaja en apenas 12 minutos.
Lo cortés no quita lo valiente
Junto al maravilloso juego, algunas actitudes demuestran las conductas y moral del equipo. También el estilo del cuerpo técnico.
A los 26 minutos, Argentina ganaba 2-a 0, merced a los goles de Julián y Enzo.
Nicolás Otamendi le pasó la pelota a Cristian Romero en el fondo para limpiar la salida. Cuti levantó la cabeza, adelantó la pelota y le sacó un segundo la vista. Se confió. Cuando intentó retroceder y tocar para atrás, Matheus Cunha le robó el balón. El Dibu Martínez, adelantado, nada pudo hacer ante el potente derechazo.
El “Cuti” se puteó a si mismo. Y reconociendo su error, pidió disculpas a sus compañeros. A los 37 minutos, Enzo Fernández soltó un pase excelso para la entrada de Mac Allister. Precioso gol y 3-1. El zaguero formado en Belgrano de Córdoba festejó e inmediatamente se dio vuelta para pedirle nuevamente disculpas al Dibu.
Luego, el arquero se puso a hacer jueguitos con la pelota. La mirada reprobadora de Scaloni fue fulminante. “Yo sé que al técnico no le gustan mucho esas cosas; capaz que hacía tres jueguitos más y me sacaba”, dijo el bromista.
De esto se trata. Con su método de trabajo, con humildad y coraje, con decencia, Scaloni moldeó espiritualmente a la Selección. Un equipo que gana y enamora. Marcando una época.
El “jogo bonito”, la alegría, es argentina.