El mítico Maracaná fue el escenario de la albiceleste hazaña colectiva. Epopeya, poesía, garra, amor, sueños que hacen rico al pobre y amable al poderoso. Argentinas y argentinos sufriendo, sudando, gritando unidos gol. Porque solo no se gana. Juntándonos se sale campeón.
Argentina abrazándose, llorando de alegría; Argentina campeón, Messi campeón. Mi hijo –que a sus 21 años nunca festejó una copa, inundado en lágrimas- también campeón.
Esto es mucho más que fútbol. Es pueblo, sentimiento, emoción; imposible de entender desde la razón. Es, en casa ajena, demostrar lo que se puede pechando juntos. Con esfuerzo y autoridad, con huevos, con talento, con solidaridad.
Aunque, como dice el tango, “primero hay que saber sufrir”. Entonces, aprendiendo de los errores, meterle para adelante, mejor. De tal modo se puede, con los ojos llorosos, cantar “Y dale alegría, alegría a mi corazón/ Afuera se irán la pena y el dolor”
Leo, Angelito, Dibu, el formidable De Paul, todos estos pibes, Argentina, lograron un Maracanazo. Campeones en Brasil, ganándole a Neymar y a Bolsonaro, quien soberbio dijo que nos hacían cinco.
Argentina se abraza. Y llorando, riendo, festejando también con vos, Diego.
El genio, el equipo, el país
“La alegría nos la va a dar el equipo, y Messi es el más consciente de que se gana con el equipo. El necesita de sus compañeros, y sus compañeros necesitan de él”, afirmó Scaloni en declaraciones a ESPN, en mayo.
Entonces, para ganar hay que laburar como uno más. Sabrosa es la felicidad cuando es compartida. Juntándose vale la pena festejar.
Así, un 10 de julio de 2021, se cortó la yeta de 28 años. Así esta Selección ganó la Copa América, nada menos que en el Maracaná. Y a Brasil.
El genio besó la Copa. Y luego la alzó al cielo. Agradeciendo a Dios, entregándosela a Diego, dedicándosela a un dolorido país. Si Leo, así se gana, entre todos, con laburo y amor.
ANGELITO
Veintidós minutos del primer tiempo. Desde atrás, Rodrigo De Paul ve a Angel Di María solo y habilitado por la derecha en campo rival. Con un potente y preciso pase le entrega la pelota a “Fideo”, que la recibe suave con la zurda, desairando a Lodi, forzando a Ederson a salir del arco para cerrar el paso del argentino. Angelito, acomodándola celestialmente, se la picó por encima. Y la redonda besó la red. Dicen que se escuchó al Señor del Corcovado gritando gol.
Es así hermano, todo un país feliz aunque sea futbolísticamente, pero juntando las ganas de coronarios campeones hace ya 28 años!!!