“La guerra es la continuación de la política por otros medios.” La frase es del militar y político Karl Von Clausewitz. Los “otros medios” significan ataques armados, letales. Ordenados por gobernantes. Sufridos por el pueblo.
Por Dario Illanes
Bohdan es médico en Kiev. Llorando, el jueves 24 de febrero a la tarde despidió a su esposa Lyudmyla, maestra, y su hija Zoya, de 8 años. Madre y niña partieron hacia Zalishchyky, el pueblo al oeste donde está la casa de los padres de él. Bohdan no pudo irse con ellas. El gobierno ucraniano ordenó que los hombres entre 18 y 60 años deben quedarse, para combatir. El médico jamás tuvo un arma en sus manos.
Las autoridades de Ucrania entregaron más de 20 mil fusiles. Como faltan, enseñan a fabricar cócteles molotov para defender la capital.
Se estima que sólo desde Kiev más de 200.000 personas huyeron de sus hogares. Quienes no tienen como ni adonde irse, se refugian en los subterráneos. Son mujeres, niños y ancianos.
Es la guerra. La violencia extrema, arrasando todo a su paso. Es el imperio de la fuerza brutal, la eliminación del otro, del enemigo, para imponer la propia voluntad.
La guerra es esencialmente amoral. El sentido moral significa la consideración de que las acciones son correctas o incorrectas en función de las consecuencias para otras personas. Amoral es entonces la ausencia de este sentido.
Un mismo pueblo
Hasta 1991, Ucrania formó parte de la Unión Soviética (URSS). Posee lazos étnicos, idiomáticos, históricos, religiosos y culturales con Rusia. En realidad, fuera de las fronteras y divisiones políticas, son un mismo pueblo.
Esta idea la lleva al extremo Vladimir Putin, quien considera una afrenta contra “la Madre Rusia” que el gobierno de Ucrania se ponga bajo la tutela de Estados Unidos. A su vez, las autoridades ucranianas aseguran que, como nación soberana, tienen el derecho de elegir su destino.
La tragedia tal vez comenzó a escribirse en el golpe de estado de 2014, instrumentado por EE.UU., que apoyó a agrupaciones neonazis ucranianas. Allí comenzó una depuración étnica de la población de habla rusa. Esta situación originó una guerra civil que se llevó la vida de casi 20 mil personas. Y dejó el sur y el este de ucrania bajo gobiernos aliados a Rusia. Hoy son naciones independientes reconocidas por el Kremlin.
Misiles norteamericanos
Rusia, desde 2014, denunció la violación de los acuerdos de Minsk (Rusia, Ucrania, Francia y Alemania) por parte de Ucrania. Asimismo, el actual gobierno de Volodímir Zelenski pidió incorporarse a la Unión Europea y a la OTAN.
Por razones de seguridad nacional, Rusia puso el grito en el cielo. Significaría tener bases norteamericanas con armamento nuclear en las puertas de su territorio. Por supuesto, EE.UU. no aceptaría bases rusas en su frontera con México o Canadá, o en Cuba (como pasó en 1962, con la crisis de los misiles)
La voz cantante habla de invasión y agresión rusa. Las autoridades del Kremlin desmienten esto. Aseguran que no llegaron a Ucrania para quedarse, sino para garantizar la seguridad de Rusia.
Indudablemente, las cartas han sido echadas. Se decide el futuro del mundo. Incluyendo a la Argentina.
Fracaso de la humanidad
“Toda guerra deja al mundo peor que como lo había encontrado. La guerra es un fracaso de la política y de la humanidad, una claudicación vergonzosa, una derrota frente a las fuerzas del mal”
Papa Francisco. “Fratelli Tutti”, 261
