“En un partido de fútbol caben infinidad de novelescos episodios… Los Hombres Sensibles pensaban que el fútbol era el juego perfecto, y respetaban a los cracks tanto como a los artistas o a los héroes…”
Así escribió Alejandro Dolina, en “Crónicas del ángel gris”. Describiendo en parte que hay mucho más que 22 personas buscando una pelota. En potreros y estadios, pibes pobres o multimillonarios, demuestran de que están hechos. Bajezas y heroísmos. Soberbias y humildades.
El jueves 16 de noviembre, los dos técnicos de las selecciones nacionales de Argentina y Uruguay dieron cátedra de sabiduría, desde la humildad. Valores humanos imprescindibles para vivir bien.
Hablamos de Marcelo Bielsa y Lionel Scaloni. Ambos argentinos. El primero, entrenador del equipo uruguayo. El segundo, del argentino.
Uruguay derrotó incuestionablemente a la Argentina en la Bombonera por 2 a 0. La Celeste venía de vencer a Brasil y ahora es el nuevo escolta de las Eliminatorias Sudamericanas.
Scaloni lo expresó clara y contundentemente: “Es mérito de ellos, como jugaron… Ellos fueron mejores…”
Ganar no te da nada
Bielsa, en conferencia de prensa tras la victoria, expresó un concepto que tal vez todavía no se advirtió su profundidad humanista: “Argentina es un campeón del mundo inolvidable, pero no es que ganarle al campeón del mundo le otorga, al que le ganó, nada de lo conseguido por el oponente”
Luego, “El Loco” ofreció sintéticamente una clase de táctica y estrategia.
“Defendimos con mucha intensidad después de recuperar la pelota Tratamos de conservarla, con la buena recuperación, la defendimos bien. Y cuando un equipo defiende bien y conserva la pelota, también pudimos atacar bien”
Bielsa continúo: “conservamos (el balón); entonces, sumar pases después de haber defendido, normalmente ofrece algunas situaciones de gol; como las que tuvimos para desnivelar el partido…”
NADA ES CASUAL
Jugadores jóvenes, impresionante despliegue físico, orden táctico. De tal modo, Bielsa planteó un partido estratégicamente impecable. Se defendió sin tirarse atrás, recuperando la pelota. Cerrados como pinza al defender. Abiertos como abanico para atacar.