Fernando Martín Gómez, de 27 años y padre de 3 hijos, trabajaba transportando hojas de coca, cuyo consumo popular es legal. Recibió un balazo de plomo, presuntamente disparado por un gendarme.
El homicidio sucedió la madrugada del miércoles 18 de diciembre, en inmediaciones del Puesto 28 de la Gendarmería Nacional, en la ruta nacional 50 entre Aguas Blancas y Orán (Salta). Según denuncias de los trabajadores informales en la frontera con Bolivia, llamados “bagayeros”, los gendarmes dispararon con proyectiles letales.
De acuerdo a la ministra Patricia Bullrich, Gómez era un narcotraficante, quien junto a otros delincuentes se enfrentó con los efectivos armados. De tal modo, según la funcionaria nacional, los gendarmes actuaron legalmente.
“En Orán-Aguas Blancas, narcos violentos atacaron a Gendarmería porque no soportan que se les terminó el negocio. Quisieron cruzar cargamentos ilegales por pasos clandestinos y, al ser interceptados, respondieron. Pero quedó claro: no pasa ni un gramo más de droga por nuestras fronteras”, expresó a través de su cuenta de X.
“Los bagayeros fueron atacados por la Gendarmería con balas de plomo por la espalda y algunos se defendieron con piedras. Un equipo narco no se defienda a pedradas sino con armas de grueso calibre y este no fue el caso”, aseguró un testigo, citado por la publicación de la CTA Autónoma (https://ctaa.org.ar/gendarmeria-nacional-asesina-en-salta-a-un-trabajador-pasador-de-comercio-de-frontera/ )
“La muerte de Fernando Martín Gómez fue un asesinato perpetrado contra un trabajador, sin ningún vínculo con el contrabando de drogas”, asegura la información.
“Ya se veía venir”
Adrián Zigarán, interventor de Aguas Blancas comentó que la fatalidad “ya se veía venir”.
“El problema es que dentro del trabajo sacrificado que hace el bagayero hay personas que pasan droga, entonces los tienen que controlar a todos” dijo el interventor. Zigarán distinguió dos realidades: la de bagayeros o pasadores por un lado, y la del “chanchero”, el “merquero”, que trafica cocaína. “Muchos pueden decir que fue un disparo de Gendarmería, otros que fue un disparo narco para tener una víctima y boicotear el plan Güemes”, dijo Zigarán.
Fernando Martín Gómez trabajaba como “bagayero”, transportando hojas de coca desde Bolivia a la Argentina. Esta tarea significa un gran esfuerzo físico, cargando bultos voluminosos y pesados sobre la espalda. Debido a la falta de trabajo genuino y la altísima pobreza en la zona, la actividad representa la principal fuente de ingresos a miles de familias del norte salteño.
LEGAL PERO ILEGAL
“La tenencia y el consumo de hojas de coca en su estado natural destinado a la práctica del coqueo o masticación, o a su empleo como infusión, no será considerada como tenencia o consumo de estupefacientes”, establece la Ley 23737 (de Estupefacientes), en su artículo 15. Por esto, se comercializa de manera lícita en Salta y el norte argentino, para el consumo popular.
La coca forma parte de la cultura andina. Costumbre milenaria, el “coqueo” es común con usos recreativos, terapéuticos y rituales.
En Argentina prácticamente no existen cultivos de la planta de coca (Erythroxylum coca) Por esto, para atender la demanda popular, debe ser traída desde Bolivia.
Paradójicamente, la importación de la hoja de coca se considera contrabando.
NO SON NARCOS
Así como quienes coquean no son drogadictos, los bagayeros, que transportan en sus hombros las hojas de coca, no son narcos.
SIN TRATAMIENTO LEGISLATIVO
Tal es el Proyecto de Ley del Senado y la Cámara de Diputados de la Nación Argentina, que desde 2020 duerme en archivo. Este modifica el artículo 15 de la ley 23.737, agregando: “Autorizase la importación, distribución y comercialización de hojas de coca en su estado natural, destinadas a la práctica del coqueo o masticación y a su empleo como infusión.”