“MADRE VÍCTIMA”

“MADRE VÍCTIMA”

La justicia de Salta fue razonable y compasiva. Al dictar el sobreseimiento de Yolanda Vargas. “La acusada es la víctima directa”, argumento el juez. Y agregó: “juzgarla e imponerle una pena resultaría una nimiedad en relación a la pena perpetua impuesta por la naturaleza”.

 

El miércoles 5 de febrero, el juez Aldo Primucci sobreseyó a Yolanda Vargas, la joven madre soltera acusada de abandonar a sus dos nenes, que murieron al incendiarse el rancho donde malvivían.

Entre las razones del magistrado, reconoció a la mujer como “madre – víctima”. Asimismo, consideró que juzgarla e imponerle una pena resultaría “una nimiedad en relación a la pena perpetua impuesta por la naturaleza”.

El martes 4 hablamos de la “Perspectiva compasiva”, en la justicia (https://www.nortesocial.com.ar/suspendieron-el-juicio-contra-la-madre-que-perdio-dos-hijos/)  En el caso de Yolanda, señalamos que resultaba ensañamiento y crueldad, por parte del Estado, sumarle sufrimiento a una mamá pobre, quien, si dejó a sus hijos solos, no fue por irse a bailar sino para buscarles comida.

El magistrado sostuvo que la figura legal denominada “pena natural” está reconocida por la ley procesal y “se aplicó en aquellos casos donde la persona imputada ha sufrido, a consecuencia de una acción delictiva, un daño físico o moral grave, que torna desproporcionada la aplicación de una sanción, con fundamento en el principio de humanidad de las penas”.

 

Revivir la tragedia

Fundamentó el juez: “Hiere el sentido común, la idea de someter a esta mujer madre a la realización del juicio, obligándola a revivir la tragedia sufrida, afectando aún más su integridad, su autoestima y su salud mental”. Primucci destacó que las consecuencias “sufridas por la acusada son de inusitada gravedad”, lo que “torna innecesaria o desproporcionada la aplicación de una pena, como así la realización de un debate inocuo, donde no hay controversia de partes, ya que la acusada es la víctima directa, lo que desdibuja incluso los pilares de acusación y defensa, que se disputan en el debate”.

Continuó: “Tampoco median razones ni de seguridad, ni de interés público… La ultra pretensión estatal de persecución deviene irracional e inhumana, toda vez que no sería útil ni necesaria la aplicación de una pena a quien ya ha sufrido tan grave daño por el hecho”

 

Infame miseria

Llovía el mediodía del martes 9 febrero de 2021 en el pobre barrio Las Palmeras, en Colonia Santa Rosa, al norte de Salta. Yolanda Vargas, mamá sin pareja de 26 años, penosamente acostumbrada a vivir el día a día, pensó que no le quedaba más alternativa que, pese a la lluvia, el barro en las calles y las cortas edades de Melanie (6) y Thiago (4), ir a buscar comida.

La nena y el nene quedaron aquel mediodía dentro del miserable rancho compartido que alquilaba, precariamente construido con maderas ordinarias y plásticos. Eran tiempos de pandemia. La guardería estaba cerrada. La miseria es infame.

Yolanda Vargas no dejó a sus hijos solos para ir a bailar. Fue a procurarles alimentos. Cuando regresó, el indigente habitáculo llamado vivienda estaba en llamas. Imposible entrar. Los bomberos llegaron tarde. Melanie y Thiago murieron adentro.

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