Para la fiscalía, debido a su sicopatía, el cura se erigió en el lugar de Dios. La defensa alegó que con mentiras se construyó la condena social. Rosa Torino denunció un complot para destruir su obra pastoral. El papa Francisco respaldó el proceso penal.
“A cualquiera que haga caer a uno de estos pequeños que creen en mí, más le valdría que lo hundieran en el fondo del mar con una gran piedra atada al cuello…”, dijo Jesucristo, según el bíblico libro de Mateo (Capítulo 18, versículo 6)
De hace más de dos mil años data este contundente concepto condenatorio para quienes atacan mentes y cuerpos. En Salta, el jueves 8 de julio, por primera vez la justicia mandó a la prisión a un sacerdote. Castigo humano – de acuerdo a la sentencia- para un abusador sexual, vestido con hábitos religiosos.
El fallo judicial significaría el cierre de una historia que comenzó con la creación, en 1986, del Instituto Religioso de Derecho Diocesano “Hermanos Discípulos de Jesús de San Juan Bautista”. El papa Francisco, tras un proceso canónico por malversación de fondos y las sospechas de abusos sexuales, decidió cerrarlo en 2019. El Instituto llegó a tener filiales en Chile, México y España. Se trató de una organización religiosa que logró prestigio, predicamento e influencias. Como también cuantiosos bienes inmuebles y monetarios. Similar a la institución pastoral/civil creada por otro sacerdote, asesinado en Salta.
Seguramente esto resonó en algunas cabezas cuando Rosa Torino habló de “complot” contra el Instituto y contra su persona. Pero no explicó ni describió de que se trató tal supuesta conspiración. Apenas apuntó a la misma iglesia católica y cómplices civiles, sin dar nombres.
Entonces, la idea del presunto complot se diluyó ante las denuncias y la caracterización de “sicópata”.
En el lugar de Dios
Pese a que generalmente el lenguaje judicial es neutro y distante, las palabras y el enfático tono empleado por la fiscala Verónica Simesen de Bielke, en su alegato, destrozaron a Rosa Torino.
Valiéndose de los testimonios de las víctimas, escuchados en las audiencias, y los exámenes psicológicos y psiquiátricos, la funcionaria describió al sacerdote como manipulador de conciencias, enajenador de seres humanos, abusador de mentes y cuerpos, humillador por su sicopatía, expresada en el “ánimo lujurioso de apetencia sexual”
De acuerdo Simesen de Bielke, tal trastorno mental, unida a la posesión de una notable capacidad intelectual, le permitieron colocarse en “el lugar de Dios”. Valiéndose de la estrategia del poder y la seducción, eligiendo víctimas débiles o confiadas, lograba hacerlas perder libertad y dignidad. Y, según la fiscala, debido a su trastornada personalidad, Rosa Torino, en lugar de reconocer los abusos y pedir perdón, acusaba a la prensa y a la iglesia (católica). Para subrayar la peligrosidad del sacerdote, Simesen de Bielke sostuvo: “dijo que no tiene de que pedir perdón, pues fue elegido por Dios”
La funcionaria consideró asimismo que el sacerdote apuntó contra las víctimas, la prensa y la iglesia. Pidió 22 años de prisión.
Construcción mediática
Los abogados defensores Humberto Oliver y Miguel Núñez Najle basaron la estrategia en descalificar las acusaciones, reiterar el concepto de complot –sin detalles- y sustentar una supuesta construcción social mediática. Y afinaron la puntería contra la representante del Ministerio Público Fiscal.
“(Las acusaciones) buscaron tener repercusión mediática, excediendo la investigación penal, sólo para generando estruendo, para generar la condena social, construir una opinión publica contraria, y así influir en el tribunal”, dijeron. Y agregó: “siempre obró así el Ministerio Público, insistió en juzgar antes del juicio”.
Según la defensa, la fiscalía “no tenía nada”. Y aseguró que no hay testigos de las denuncias, “por lo que todo se trata de palabra contra palabra, sin pruebas” Particular virulencia tuvieron con la monja Valeria Zarsa, a la que imputaron cambiar declaraciones.
Los representantes del sacerdote pidieron al tribunal la “absolución lisa y llana”, pero también la absolución por el principio y, por las dudas, la inimputabilidad (por enfermedad mental)
La Sala IV del Tribunal de Juicio, presidida en este caso el juez Maximiliano Troyano, y sus pares Norma Beatriz Vera y Roberto Faustino Lezcano, creyeron las denuncias del ex novicio Yair Gyurkovitz y la ex monja Valeria Zarsa, por el delito de abuso sexual gravemente ultrajante agravado por ser ministro de culto reconocido. Y la denuncia de Angel Jonatan Alustiza, (abuso sexual simple, agravado por ser cura). Mandando a Rosa Torino a la cárcel.
FRANCISCO PIDE DUREZA
El papa Francisco endureció las penas contra los curas abusadores. Antes, se consideraban pecados. Ahora, delitos. Deben ser denunciados y condenados, y dejar de ser secretos. Las nuevas normas están en el Código de Derecho Canónico, compuesto por siete libros y 1750 artículos. Reemplaza al código aprobado por el papa Juan Pablo II en 1983.