Cuando la integridad o la vida de una mujer esté amenazada, el Estado tendrá la obligación de darle a la víctima un efectivo e inmediato modo y medio de autodefensa: un aerosol de gas pimienta. Tras el femicidio de la estudiante Agustina, ésta sería la ley más urgente.
Por Dario Illanes
Estaría viva. La estudiante Abigail Agustina Cruz, de 17 años, asesinada el viernes 22 de octubre en Coronel Moldes. Si hubiese tenido en su poder un aerosol de gas pimienta, y de tal modo defenderse de la mortal agresión de su ex novio.
Aparentemente, Iván Gallardo era celoso, posesivo y machista. El noviazgo concluyó, pero el joven no escuchó ni entendió el “no”. Persiguió, acosó a la adolescente. Fue denunciado, pero con la escasez de medios, recursos y personal, nada ni nadie controlaba o vigilaba a Gallardo. Y mucho menos cuidaba a la chica.
Con indudable premeditación, el joven viajó desde la ciudad de Salta hasta Coronel Moldes. Y aguardó el paso de la estudiante. Precisamente el día que caminaba sola, sin la compañía de un compañero del colegio o de su abuelo. El violento emboscó, atacó y degolló a la soledad de la adolescente. Agustina no tuvo como defenderse.
La provisión, a las mujeres en riesgo, de un aerosol de gas pimienta, podría ser la diferencia entre la vida y la muerte. Su uso civil está permitido en la Argentina, según la Agencia Nacional de Materiales Controlados (ANMAC). De hecho se vende libremente en ferreterías, casas de camping y pesca o por internet. El gas pimienta es defensivo y no letal. Neutraliza al agresor inmediatamente, sin provocar daños permanentes. Conocida es la situación cuando un espectador roció con gas pimienta a futbolistas de River, en un partido contra Boca. El evento se suspendió, pero al otro día, los jugadores estaban nuevamente entrenando, y contentos por los puntos obtenidos.
Diferencia vital
Con un aerosol de gas pimienta, una mujer podría defenderse de un ataque sexual o asesinato. La diferencia es vital, porque se trata de la vida salvada de una mujer. De una menos en las estadísticas luctuosas.
Algunas y algunos podrán decir que esta no es la solución, que se trata de desnaturalizar y erradicar la violencia de género, de extirpar las raíces del machismo, de cambiar la cultura patriarcal. Seguro, estamos de acuerdo, a lo que agrego, sin nada de sarcasmo, que seamos buenos y amemos a los demás como a sí mismo.
Otros dirán, “¡Para eso le demos una escopeta a cada mujer!” Esto es absurdo. Hablamos de legítima defensa. Cambios culturales y conductas sociales demoran años, décadas, generaciones. Y la maldad, desde los registros de la humanidad, continúa presente.
Cuando existan denuncias de violencia de género, el Estado podría proveer a las víctimas del aerosol. Este tiene un costo que ronda entre los 600 y mil pesos. Y con voluntad política, ser ley, al menos en Salta, en pocos días.
LEGITIMA DEFENSA
Según el artículo 34 del Código Penal, la legítima defensa se da cuando se obrare “en defensa propia o de sus derechos, siempre que concurrieren las siguientes circunstancias: a) Agresión ilegítima; b) Necesidad racional del medio empleado para impedirla o repelerla; c) Falta de provocación suficiente por parte del que se defiende”.