Vacaciones y alpargatas

Vacaciones y alpargatas

Si para la mayoría de las familias cuesta llenar la olla, le resulta utópica la posibilidad de unos días de vacaciones. Del modo más económico (en carpas), casi $26.000. Con ingresos legales promedio de veinte mil pesos, imposible. Para satisfacción de quienes renegaban de ver laburantes haciendo turismo.

“¡Qué lindo que estar en Mar del Plata, en alpargatas, en alpargatas…!”, es la canción popularizada por el dúo “Juan y Juan”, en la década de los ´60. Las playas bonaerenses – desde 1945– habían sido “invadidas” por pobres y a Mardel se la comenzó a llamar la “Ciudad Feliz”. Espantadas por oscuras hordas, las clases acomodadas migraron a Pinamar, Punta del Este o Acapulco.

En aquel año, el gobierno de Juan Domingo Perón presentó el decreto que estipulaba el derecho a las vacaciones remuneradas obligatorias. Cinco años después, la Ley 13.992, determinó que un descuento obligatorio del 5% del aguinaldo (2% del aporte obrero y 3% del patronal), destinado al fomento de turismo social y a la creación de colonias de vacaciones. De esta manera, por primera vez se asignaron fondos específicamente dirigidos al fomento de las vacaciones populares.

Tras la devastación provocada por la dictadura militar y gobiernos neoliberales, en el año 2005 se sancionó la ley 25.997. Aunque menos ambiciosa, definió: “El turismo es un derecho social y económico de las personas dada su contribución al desarrollo integral en el aprovechamiento del tiempo libre y en la revalorización de la identidad cultural de las comunidades”

Derecho

“La verdad, no entiendo las críticas; uno tiene que tener un espacio de tranquilidad, de reflexión, para recuperar energías”, sostuvo acertadamente el presidente Mauricio Macri, a principio de enero. El mandatario argentino respondió de tal modo las críticas por las vacaciones que se tomó. Por estas dejó de ir a la asunción del presidente brasileño Jair Bolsonaro.
Y añadió: “Este trabajo (la Presidencia) es tal vez el más intenso que he tenido en mi vida”. Macri superó los 100 días de vacaciones durante los tres años de su mandato.
Su derecho al descanso en un lugar distinto al cotidiano es el mismo que el del pueblo.

“El cielo está en Cafayate”

El mar argentino, y mucho más el chileno o brasileño o caribeño es para una minoría. Como las Sierras mediterráneas.

Entonces, la familia se ilusiona con unos días en Cafayate. Sobre todo para la “Serenata” “La Serenata a Cafayate”, en el predio de la Bodega Encantada, es un popular festival folklórico en la Provincia de Salta. Creado en 1974, enaltecido por poetas y cantores, convoca alegrías en febrero.

Pero la bohemia se estrella contra los abusivos precios. Superiores en algunos casos a los de Florianópolis o Villa Gesell.

En promedio, del modo más económico, una familia de cuatro personas necesita $26.000 (veintiséis mil pesos) para estar una semana en Cafayate. Este monto resulta de alojarse en dos carpas, viajar en automóvil, tres comidas diarias, gastos ocasionales mínimos y cuatro entradas generales para el sábado.

Si elige una cabaña (bungalow), y plateas, el costo asciende a $ 39.600.

En el caso de un hotel, y sentarse en las preferenciales, piense en $53.000.

Cuando el poeta “Yuyo” Montes escribió “La serenateña”, cuyas primeras estrofas dicen:

“En el Valle Calchaquí,
tomá un vino y alégrate,
entonces podrás decir,
que el cielo está en Cafayate”

Seguro que con respecto al cielo, no se refería a los precios.

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