Un pobre sano le vende a un rico enfermo algo invalorable: un órgano de su cuerpo. Autorizada la libre compraventa, recrudece el siniestro mercado negro. Hasta tu hijo puede ser secuestrado para sacarle el riñón.
John Q ve a su hijo Daniel caer al suelo. En el hospital le dicen que el corazón del chico de ocho años está irremediablemente dañado y necesita un trasplante. La operación cuesta 250 mil dólares, con un pago inicial de US$ 75,000 para incluir al niño en la lista de receptores de órganos. John asegura que tiene obra social, pero la gerencia del hospital le informa que la empresa donde trabaja dejó de pagar.
Le dan unos días para reunir el dinero. Amigos y vecinos recolectan casi 25 mil dólares. La administración le dice “no es suficiente”. Al nene le darán el alta. Esto significa que morirá en casa.
John Q es un humilde laburante, buenazo, cristiano, “un ciudadano honesto”. Pero su hijo se muere porque es pobre. John Q se da cuenta de la ausencia del estado y la crueldad del mercado.
El pacífico padre consigue una pistola y con ella entra a la Sala de Emergencias. Toma como rehenes a pacientes, enfermeros, médicos. Y exige que operen a su hijo o matará a todos.
Así comienza la película protagonizada por Denzel Washington y dirigida por Nick Cassavetes (2002) Un papá que, sin dinero, ofrece su vida, su amor para que viva su hijo.
Venta libre
“Leyenda urbana” decían hasta hace pocos años periodistas, médicos y autoridades. Argumentaban que el tráfico de órganos era imposible pues para un trasplante se necesitan estudios de compatibilidad. En parte es cierto, pero la realidad indica que todo es posible teniendo un nutrido stock.
Los escasos datos refieren que el 20% de los órganos que se trasplantan en el mundo proceden del tráfico. En el planeta se realizaron el año pasado casi 115 000 trasplantes legales. Significan apenas el 10% de los órganos precisos para atender la demanda global. Se precisan más de un millón de órganos.
La lista de espera en trasplantes es para los pobres.
Asi como en la historia de John Q, teniendo entre 100 y 500 mil dólares se salta la fila. Hay quienes consiguen los órganos que se buscan.
En el mejor de los casos, algún desesperado ofrece su riñón por US$ 20 mil. El intermediario lo vende a 200 mil. Un mensaje extraído de internet decía “vendo mi riñón y el de mi hijo”. El oferente era boliviano, de 38 años. Su hijo, 12. El precio por ambos riñones, 50 mil dólares.
Cuerpo, mercado, templo
Según el candidato a presidente Javier Milei, la venta de órganos “es un mercado más”.
“Mi primera propiedad es mi cuerpo. ¿Por qué no voy a poder disponer de mi cuerpo? Si yo quiero disponer de una parte de mi cuerpo por el motivo que fuera, ¿cuál es el problema?”, sostuvo
“Es una decisión del individuo. Es decir, ¿quién soy yo para meterme con el cuerpo de otra persona? El que decidió venderte el órgano, ¿en qué afectó la vida, la propiedad o la libertad de los demás? ¿Quién sos vos para determinar qué tiene que hacer él con su vida? Si es su vida, su cuerpo, su propiedad”, explicó.
La libertad la entiende como la compraventa libre de órganos. El mercado en la “extracción, comercialización, almacenaje, distribución e implante ilegal de órganos y tejidos humanos”
El cristianismo, la Biblia, dice “el cuerpo es templo del Espíritu Santo, el cual está en ustedes, el cual tienen de Dios., y no es de ustedes” (1 Corintios 6:19)
Judíos y musulmanes sostienen de similar modo. Como también el pensamiento humanista secular o ateo. Excepto los autodenominados libertarios. El mercado sólo es libertad para quien tiene poder y dinero.
EVANGELISTAS
La Federación Argentina de Iglesias Evangélicas (FAIE), dirigida por el pastor Leonardo Schindler sostuvo en un comunicado: “Elegir en medio de este clima complejo, nos obliga a despojarnos de sentimientos mezquinos e individualistas, rencores, enojos”
En relación a la compraventa de órganos, los cristianos defendieron “la sacralidad del ser humano” en su condición de “templo del Espíritu Santo”, por lo que ” ni las personas ni parte alguna de su cuerpo pueden ser compradas o vendidas”
Y con respecto a los mensajes discriminadores, los evangelistas dijeron “en Cristo Jesús todas las personas, sin distinción alguna, deben ser valoradas y respetadas en su dignidad”, por lo que “son inadmisibles las expresiones y actitudes cargadas de odio y discriminación contra las mujeres y minorías”